La autora de la reseña sobre Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio que se incluye a continuación es Alicia López Martínez, filóloga, profesora de Lengua y Literatura de Enseñanza Secundaria y escritora.
Para ella, mi gratitud.
El pasado día 22 de diciembre, tuve el honor de presentar en el Salón de
Actos del Ayuntamiento de León el libro de Margarita Álvarez Rodríguez que lleva por título Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio, publicado por la
editorial Lobo Sapiens. Con este libro Margarita nos regala su trabajo, su
esfuerzo, su afán por dejar constancia del auténtico valor que tienen las
palabras como expresión del humano pensamiento y que, en no pocas ocasiones,
son denostadas. Tengo claro que, como dice su prologuista, Carlos Junquera
Rubio, Catedrático de Etnología de la
Universidad Complutense de Madrid, aquí tenemos un libro “lleno de ciencia, de
sabiduría”. Y yo afirmo que es un libro
necesario. Necesario por varios motivos, y me centro sobre todo en dos.
El primer motivo es el hecho de que Margarita determina en su obra algo evidente
y que es que el lenguaje está íntimamente vinculado con la sociedad. Es más,
nosotros somos seres sociales gracias al lenguaje, facultad única y, como
indicó Platón, innata, del ser humano. Palabras
hilvanadas. El lenguaje del menosprecio gira, por tanto, en torno a una
de las disciplinas más importantes de la Lingüística actual: la Sociolingüística
y, en concreto, la sociolingüística crítica que nace de la mano de autores como
William Labov o Deborah Tannen y cuyo objetivo es identificar y tratar de
explicar la lengua y sus procesos dentro de los diferentes grupos o estratos de
la sociedad, oponiéndose, en cierta medida a que esta, la lengua, sea estudiada
únicamente como un sistema de códigos, estructuras y símbolos. Obviamente, no
se trata de una exclusión, sino una inclusión dentro del campo del estudio
filológico ya que el todo lingüístico permite conocer y, cómo no, reconocer el
alcance que tiene una lengua en la sociedad y el habla en la individualidad al
ser medio de comunicación de índole convencional con el que los usuarios hacen
un tipo de contrato acerca de su configuración interna. Y es que ya era hora
de poner los puntos sobre las íes.
El segundo motivo es su carácter claramente divulgativo, práctico,
pedagógico. Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio es un libro
de investigación que muestra continuos guiños, y que conjuga la sabiduría
popular y el saber científico de una persona especialista en el estudio de la
Lengua. Margarita, como filóloga y como docente con 40 años de
experiencia, ha deseado a través de esta obra cubrir un amplio espectro de
receptores, que en realidad no es más que la sociedad en sí misma. Su meta está
conseguida dado que Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio es el
resultado de una labor concienzuda, realizada con sumo cariño, con mucho mimo
en el que Margarita desglosa en distintos campos semánticos o bloques, hasta 17,
el rico repertorio de frases hechas, modismos, giros lingüísticos, así como
proverbios o refranes que se usan hoy en día y otros que van perdiendo calado
ya que la lengua, como ser vivo que es, evoluciona adaptándose al medio con
novedosas expresiones que realizan muy bien su labor de ponerse en el medio y quitar a otras de en medio. Nombro
algún apartado como es el referido al cuerpo humano, a la música, a las matemáticas,
a la literatura, a la enfermedad y la muerte, a la religión, al carácter y el
comportamiento, al sexo, a los oficios … No hay duda de que este acúmulo de elementos es imprescindible para poseer una
adecuada competencia sociocultural y comunicativa al constituir un claro
reflejo de tradiciones y costumbres de una colectividad, abierta y expresiva,
muy dada a la locuacidad, al desparpajo, a los palabros.
Palabras hilvanadas. El lenguaje de menosprecio pese a ser un
libro denso, de casi 500 páginas, es lúdico, llano y cercano. Cada apartado es un
conjunto de hebras muy bien pespunteadas a través de distintas agujas. Una de
ellas es la intertextualidad pues no hay momento en que no aparezcan citados
autores y obras como Cela, Quevedo, Unamuno,
El Quijote, Góngora, El Buscón, Miguel Hernández y así suma y
sigue. La otra aguja es el metalenguaje, que no es más que hablar sobre la
propia lengua para comprenderla y comprendernos. Margarita Álvarez aborda los
niveles de estudio metalingüístico: el metalenguaje universal, el histórico y
el individual mediante la búsqueda de la raíz en la doble articulación del
lenguaje de Martinet, la teoría de la Información de Roman Jakobson y el
análisis metapragmático al describir las reglas del uso del habla que ayudan a
comprender ese acervo lingüístico que constituye nuestra cultura.
Es evidente que uno cuando comienza o continúa la lectura de Palabras
hilvanadas no pierde el hilo, ni los papeles porque se puede leer por
el principio, por el medio o por el final. En realidad, uno puede leerlo por
donde le salga del moño porque en cada apartado Margarita realiza un
auténtico y genuino encaje de bolillos, quedando cada uno de ellos como
un pequeño relato, según ella indica, que representa la exclusiva estructura de
la influencia que la colectividad tiene en el habla y que hace que esta refleje
las pautas vitales que la conforman a la vez que demuestra que un idioma es esa
caudalosa fuente de información que confluye en la dimensión general de sus
hablantes.
No hay que olvidar que, como indica el título Palabras hilvanadas. El
lenguaje del menosprecio, Margarita Álvarez hace especial hincapié en el
llamado lenguaje del menosprecio. Siomesí, ese lenguaje tan
personalmente o íntimamente social. Recordemos que la humanidad ha sentido especial
atracción por lo prohibido, sin que ello haya impedido que lo respetara o lo
transgrediera con cometidos diversos, y que quisiera conocer su origen y/o
motivación. De ahí que “el lenguaje del menosprecio” pueda y deba incluirse
dentro de lo prohibido, políticamente hablando. De ahí que determinados
términos sean considerados tabúes o disfemismos. No hay duda de que podemos
considerar que lo tabuizado, en la lengua o en el habla, no son más que
comportamientos y realidades, que pueden incluso vincularse a determinados
factores como son el sexo, la edad, el nivel de instrucción, la clase social y
que se expresan mediante el más potente vehículo de comunicación: nuestro
idioma. Margarita expone y contextualiza. Expone y explica el origen, su
etimología, el uso de este lenguaje un tanto alejado de lo formal y que de por
sí es irónico, displicente, arrogante, transgresor y siempre contundente. Qué
carajo, se utiliza en la oralidad y de manera espontánea. Margarita, por
tanto, demuestra y hace sonreír en no pocas ocasiones, al lector con estas
expresiones tan utilizadas por el común de los mortales y que a veces te
deja con la boca abierta. Por eso Margarita también advierte de su uso indiscriminado
e inapropiado en determinadas situaciones. Así, manifiesta en sus propias
palabras que la lengua sigue manteniendo expresiones sexistas, pero esos
dichos son producto de los comportamientos sociales y debemos cambiar estos, si
queremos que cambie el idioma. El uso de este lenguaje soez por parte de las
mujeres no va a cambiar nada porque la palabra “coño” no es sinónimo de
libertad y porque la repetición de la misma es una copia de los comportamientos
machistas que esas mujeres pretenden desterrar y termina diciendo que es
mejor que las mujeres saquen la capacidad de razonamiento del cerebro.
En definitiva, Margarita Álvarez, mujer, amiga, escritora, profesora, omañesa,
gracias por tu empeño, por tu buen hacer, por tu sabiduría y gracias por este obsequio
con el que nos acercas de una manera tan gozosa al conocimiento de estas
palabras hilvanadas, a través de tu dedal único. Ha merecido la pena ya que
todo conforma una obra de alta costura.
Alicia López Martínez
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José Antonio Martínez Reñones (editor), Margarita Álvarez Rodríguez (autora), Alicia López Martínez (filóloga y autora de esta reseña). Presentación en León, salón de actos del Ayuntamiento, 22/12/2021
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Miembros de la mesa y actuación de Isamil9 |
Fotos: Paco Fergar
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