Antonia Álvarez Álvarez, autora de la reseña que se publica a continuación, es filóloga, profesora de Lengua y Literatura y poeta. Como poeta ha recibido varios premios literarios. El más reciente, el XII Premio de Poesía Enrique Ríus Zunón por el poemario El arca de los días. Entre sus poemarios están: Donde la nieve, La raíz de la luz, Todos los relojes, Cauces...
Para ella mi gratitud.
RESEÑA
PALABRAS HILVANADAS. EL LENGUAJE
DEL MENOSPRECIO
Margarita Álvarez Rodríguez
Editorial Lobo Sapiens. León, 2021
No se trata de lisonjear a la
ligera un libro, se trata de valorar con justeza, de la que se deriva una merecida
admiración, un gran libro: Palabras
hilvanadas. El lenguaje del menosprecio, libro que lleva detrás de sí
muchas horas de trabajo, de recopilación de datos, de atenta mirada hacia el
lenguaje desde múltiples puntos de vista. Margarita Álvarez Rodríguez, que tuvo
como maestro a Emilio Alarcos, ejemplo de rigurosidad, de claridad y de
coherencia como lingüista, sabe bien lo que es hilvanar, sin que se escape una
sola puntada, las palabras y los motivos que las propician.
Partiendo del axioma de Paul Whatzlawick de que “es imposible no comunicar”, haré algunas consideraciones sobre el lenguaje. Ya Pitágoras y Platón afirmaban que el lenguaje es una necesidad innata; Demócrito y Aristóteles decían que nació de un acuerdo, Quintiliano, que era un don divino, Humboldt, que está puesto de antemano en los hombres y es anterior a toda experiencia; Schelling opinaba que su forma originaria era poética, Hobbes, que la experiencia era decisiva para la adquisición del lenguaje… Para Alarcos, la lengua tiene una manifestación primera, que es oral. Por otra parte, pensamos con palabras orales y la lengua evoluciona oralmente. Y otro dato curioso: parece que soñamos con sonidos el 25 % del tiempo que permanecemos dormidos. ¡Qué importantes son, pues, las palabras! En el lenguaje verbal, no analógico, el significante se fija al significado de un modo sincrónico y arbitrario, pero las palabras cambian diacrónicamente, y este cambio es inicialmente un hecho de habla, individual, que poco a poco se extiende a más personas, llega a triunfar, y es entonces cuando se incorpora a la lengua.
Las palabras sufren cambios semánticos como consecuencia de factores históricos, sociales, lingüísticos, psicológicos… El caso es que cambian, como cambia lo que está vivo. Y la lengua es algo vivo, como vivo está este libro de Margarita, verdadero tesoro de la sociolingüística, que, según Labov, no es una disciplina independiente, sino una lingüística interdisciplinar: para muestra, estas Palabras hilvanadas, libro que evidencia un manejo riguroso y a la vez ameno del lenguaje en múltiples ámbitos y actividades.
Encontramos en este libro más de seis mil palabras y frases hechas que Margarita recoge del registro coloquial, en el sentido que le da A. Briz: “uso socialmente aceptado en situaciones cotidianas de comunicación”. Dentro de las variedades diafásicas, este registro coloquial, nacido de la oralidad, puede, naturalmente, exportarse a la escritura. Así pues, más de seis mil expresiones hilvanadas sabiamente, con humor también, ¡qué importante es el humor!, con precisión, rastreando sus orígenes, literarios o no, su etimología, su uso en los distintos campos semánticos, hasta más de cincuenta (desde las matemáticas y la música, pasando por la cocina, las profesiones, el tiempo, el sexo, la muerte, la gratitud…), haciendo especial hincapié en los disfemismos o expresiones que tienen un carácter peyorativo, El lenguaje del menosprecio, del que se ocupa en la mayor parte del libro. Causa admiración comprobar cómo enlaza unas expresiones con otras, con qué maestría y fino humor, con qué precisión y habilidad, sin que nada se le escape. Margarita Álvarez Rodríguez, gran filóloga, fue también durante muchos años profesora de Lengua y Literatura, y eso se nota en el esmero por presentarnos su trabajo de un modo claro, de fácil comprensión para todo tipo de lectores.
Veamos algunos ejemplos. En las “Expresiones relacionadas con la aritmética”,
nos dice Margarita: “Cuando apareció el cero nos dieron la primera en la frente y corrimos a ponernos a la derecha, porque
nadie quiere ser un cero a la izquierda. Si
nuestra cuenta se queda a cero, los
amigos de conveniencia se olvidan de
nosotros y nos quedamos más solos que la
una. En cambio, si tenemos una cuenta
con muchos ceros (siempre a la derecha), se nos multiplican las amistades”. De “Las expresiones relacionadas con
los libros y la literatura”, dentro del apartado “Desde el mundo clásico”, nos
llega esto: “Relacionada también con La
guerra de las Galias está presente en nuestro lenguaje la expresión cruzar el río Rubicón, para referirnos a
algo que ya no admite vuelta atrás, aunque provoque consecuencias negativas. Y
Demóstenes y Cicerón nos legaron lo de soltar
una filípica a alguien (Demóstenes las dirigió contra Filipo II de
Macedonia y Cicerón contra Marco Aurelio)”. En el campo semántico que lleva por
título “De la cocina y la alimentación”, leemos: “Con la sopa y el caldo hay
que tener cuidado, porque siempre nos pueden amargar el caldo y ya sabemos que si no quieres caldo, toma tres tazas. Tampoco conviene hacerle el caldo gordo a alguien, porque
puede ser que las personas a las que hayamos apoyado se dediquen luego a revolver el caldo, generando disputas.
Pero, en fin, ya que la cosa va de caldos, siempre nos quedará la posibilidad
de poner a caldo a quien se lo
merezca”. En el apartado “Expresiones relacionadas con la estupidez” nos deja
hasta un pequeño diccionario que lleva por título “Tontos de la A a la Z”. Y no
solo eso, también se remonta en muchos casos a la etimología de las palabras y
ejemplifica sus primeros usos literarios: “Parece que la palabra envidia llegó
al español en el siglo XIII, de la mano de Gonzalo de Berceo. Procede del latín
invidere, del verbo videre, con el prefijo in-, que significaba mirar con malos
ojos. Del verbo surge el sustantivo invidia-ae,
del que deriva envidia. A esta mirada que mata aludía ya Baltasar Gracián en el
siglo XVII: Achaques de arpía son
los de la Envidia, que todo lo inficiona y, a fuer de basilisco, su mirar es
matar”. Y en “Perdidos por el reino
de León”, leemos: “Los que están en Babia
eligen para vivir despistados esta comarca del noroeste de León, que no es un
lugar literario, sino real”. Recoge luego el bello romance de El pastor que estaba en Babia y hace un
exhaustivo estudio no solo de la etimología de la palabra Babia, sino también
de las diversas teorías acerca del significado de estar en Babia, rastreando el uso de esta expresión a través de
textos literarios de diferentes épocas. ¡Cuánta sabiduría, cuánto trabajo bien
hecho hay en este libro!
Pero dejemos que el lector vaya
descubriendo por sí solo toda la riqueza que Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio contiene. Y así,
con amenidad, rigurosidad, humor, inteligencia y un manejo asombroso del
idioma, nos lleva Margarita Álvarez Rodríguez en viaje feliz a través del
apasionante mundo de las palabras. Gracias, Margarita, por esta maravilla.
Antonia Álvarez Álvarez
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