El tema de la mujer y el lenguaje del menosprecio hay que enfocarlo desde varios puntos de vista, pero, aunque con matices diferentes, casi todos confluyen en el hecho de que el lenguaje peyorativo en relación con la mujer refleja una concepción machista de la realidad. Vamos a reflexionar brevemente sobre el lenguaje machista e incluso violento que refleja la música española de las últimas décadas del siglo XX.
Hay una frase que ha entrado en la lengua coloquial para indicar que una persona puede hacer lo que quiera con aquello que es de su propiedad: La maté porque era mía. Si ya en sentido figurado su uso resulta un poco sorprendente, porque implica un afán posesivo y destructor, en su sentido real, y aplicada a la mujer, la expresión nos resulta estremecedora. Lo sorprendente es que esta frase o sus variantes que justifican la posesión y el dominio de la mujer por parte del hombre ha circulado por la música española de las últimas décadas del siglo XX sin que haya producido mayor rechazo por parte de las personas que escuchaban y cantaban esas letras sin ninguna conciencia crítica.
Vamos a recordar algunas canciones que son parte de la banda sinfónica de la vida de las personas que esperábamos expectantes en nuestra juventud la llegada de la democracia. La mayoría de ellas responden al concepto que se tenía de los malos tratos (e incluso la muerte) que recibían las mujeres por parte de sus parejas hombres. Aquellos crímenes “se tapaban” para que no salieran del seno de la familia y quedaban oscurecidos o eran justificados y disculpados al envolverlos en el llamado crimen pasional y en la concepción de que las mujeres debían aguantar todos los sinsabores del matrimonio.
Repasemos brevemente algunas de aquellas canciones:
Se ha
tratado de buscar el origen de la expresión la
maté porque era mía en la letra de
un tango. No parece que la expresión sea
título de un tango concreto ni que forme
parte de forma textual de la letra de ninguno de ellos. Tal vez proceda del
título de la película Tango que se tradujo
al español con el título La maté porque
era mía y ese hecho haya producido
un cierto confusionismo, porque, desde luego,
es verosímil que pudiera estar en alguna de esas
canciones, ya que la idea de matar “por
amor” y por celos aparece con frecuencia
en ese género musical.
Una copla popular andaluza sí ponía estas palabras en boca de un hombre: La maté porque era mía / y si volviera a nacer / otra vez la mataría.
Las actitudes machistas en la música llegaban a los años de la Transición con canciones aparentemente inocentes, pensadas para niños y cantadas en programas infantiles. Estas canciones transmitían en sus letras una visión totalmente machista de la mujer y contribuían a afianzarla socialmente. No podemos dejar de citar aquí la archiconocida canción Los días de la semana que popularizaron los Payasos de la Tele, allá por los albores de la democracia. Así cantaban nuestros hijos y nosotros con ellos: Lunes antes de almorzar / una niña fue a jugar, / pero no pudo jugar, / porque tenía que planchar. Así planchaba, así, así… Y el resto de los días de la semana tenía que coser, barrer… En fin, era niña y podía y tenía que trabajar, pero no tenía tiempo para jugar.
Una década
antes (1964), el Dúo Dinámico cantaba aquello de Quince años tiene mi amor: Si le doy mi
mano, ella la acariciará. / Si le doy un beso,
ya sabrá lo que es soñar… Esta canción ha
sido repetida hasta la saciedad en
décadas posteriores en fiestas y karaokes. La canción está en boca de un hombre adulto que presume
de tener un amor de 15 años, o sea, una chica menor de edad (en aquella época,
además, la mayoría de edad estaba en 21
años). Hoy, si reflexionamos sobre ello, no puede menos que no sorprendernos la
letra.
Pero quizá
nos sorprendan más dos canciones emblemáticas de la canción protesta, que eran
en su época signo de progresía y libertad. Estamos hablando del Preso
número 9 y de Libertad sin ira. En cuanto al Preso número 9, fue
compuesta por el mexicano Roberto
Cantoral y luego cantada por voces como Joan Báez, Chavela Vargas, Nati
Mistral, María Dolores Pradera… Todas
ellas fueron cantantes muy
reivindicativas, sobre todo, las dos primeras… Esta canción fue muy popular en los
años 60 y 70 del siglo pasado y pasó por ser un icono de la canción protesta, hecho que hoy nos deja perplejos, pues
difunde un mensaje totalmente machista y justifica el asesinato de la mujer.
Una forma patente de hacer realidad
lo de la maté porque era mía.
La letra decía cosas como esta: Al preso número 9
ya lo van a confesar, / está rezando en la celda con el cura del penal. / Porque antes de amanecer, / la vida le han de
quitar, / porque mató a su mujer / y a un amigo desleal. / Dice así... al confesor... / Los maté, sí
señor, / y si vuelvo a nacer, / yo los vuelvo a matar. Luego se asegura que el preso
número 9
/ era un hombre muy cabal,
hasta que lo cegó la pasión. Una vez
ajusticiado, irá a la eternidad a
buscarlos y allí el
Dios supremo nos juzgará… El
llamado crimen pasional parece que justifica moralmente el asesinato. ¿Qué veíamos en esta canción en aquellos
años? Probablemente la injusticia de la
condena a muerte, pero no veíamos la justificación de la violencia machista en
forma de asesinato. Ahora, al reflexionar sobre esa letra, nos sorprendemos por
no haber entendido todo el contenido de la canción.
También, desde una óptica actual, nos sorprenden algunos versos de
Libertad sin ira, del grupo Jarcha, la
canción más simbólica del paso de la dictadura a la democracia (1976). Gente que solo desea / Su pan, su hembra y la fiesta en paz. Está claro que esa “gente” que reivindica libertad tiene sexo masculino,
busca sustento y a su “hembra”. Esta palabra animaliza en parte a la mujer, no es
equivalente por simetría a hombre, aquí ni siquiera a varón, sino más bien al
“macho”, que tiene un peso social más importante y que, en el ámbito doméstico,
necesita los servicios sexuales de la mujer y su papel reproductivo. Pero
entonces ansiábamos la libertad y no percibíamos esos matices.
La canción Tómame o déjame (1974) que cantaba
Mocedades decía: Tú me miras porque callo
y miro al cielo / porque no me ves llorar… Ahí estaba la mujer silenciosa y
resignada ante las infidelidades matrimoniales.
En 1982,
Siniestro Total cantaba la canción Hoy voy a asesinarte. La canción repetía este estribillo: Hoy
voy a asesinarte, nena, / te quiero,
pero no aguanto más, / hoy voy a
asesinarte, nena, / no me volverás a engañar.
Los Ronaldos, en
1981, cantaban la canción Sí, sí, sí. A ella pertenecen estos versos: Tendría que besarte, desnudarte,
pegarte y luego violarte. Esta canción fue censurada a partir de 2005.
Y Loquillo, en 1987, nos sorprendía con la canción La mataré, cuyo final dice: Que no la encuentré jamás / o sé que la mataré. / Por favor / solo quiero matarla / a punta de navaja / besándola una vez. La violencia parece mezclarse con la pasión amorosa. Esta canción elevó al estrellato a Loquillo y parece que en su origen pretendía ser una denuncia de los malos tratos, pero años después se vio en ella una apología de la violencia de género. Y es una canción proscrita para interpretarla en público.
En 1989, el
grupo Un pingüino en mi ascensor
cantaba la canción Atrapados en el ascensor en que se hablaba de una violación: Deja de llamar a la portera / contigo no hay manera / yo que puse toda mi ilusión / en esta
violación…
De Corazón de tiza (1990), de Radio Futura, es lo que sigue: Why si te vuelvo a ver pintar / un corazón de tiza en la pared / te voy a dar una paliza por haber escrito
mi nombre dentro.
Platero y tú, en 1991, cantaba una canción titulada La maté porque era mía: Ella era una
prostituta, / ya no usará la cama, / ahora duerme en una tumba. (…). La maté, porque la amaba, la
maté porque era mía. Y el que
perpetra el asesinato asegura después: Yo
era un chico muy decente… y protesta porque la prensa le saca fotografías.
El cantante Luis Miguel popularizó la canción titulada La media vuelta, en 1994: Te vas, porque yo quiero que te vayas / a la hora que yo quiero te detengo… porque quieras o no yo soy tu dueño… Es posible que hayamos cantado la canción muchas veces y ese yo soy tu dueño nos haya pasado también desapercibido, pero asegurar que un hombre es dueño de una mujer, aunque se hiciera desde un punto de vista metafórico, desde la concepción actual del machismo, no tiene justificación.
Esto es solo una pequeña aproximación a algunas canciones significativas de las últimas tres décadas del siglo XX, en lo relativo al reflejo del machismo. Pero podríamos dar un repaso también a algunas letras de Joaquín Sabina... Y se podrían añadir unas cuantas más de otros autores. Desde el pop al reguetón, pasando por la copla, ningún género musical se libró en esos años de los tintes machistas.
El cambio
sustancial en cuanto a la toma de conciencia social de la violencia machista se
produjo con el caso Ana Orantes, en 1997, una mujer que fue quemada
viva con gasolina por su exmarido pocos días después de contar públicamente en
un programa de televisión las torturas que llevaba sufriendo desde hacía mucho tiempo.
Este aldabonazo fue un antes y un después para que surgiera la conciencia de que
había que luchar contra los malos tratos hacia la mujer.
Es evidente que
cada hecho hay que juzgarlo en su contexto, pero aquello que entonces no nos parecía mal ni social ni moralmente, hoy, desde la
reflexión, nos parece algo rechazable en
las letras de las canciones y condenable en lo que representaban. Por tanto, es indudable que
hemos avanzado mucho en este tema del siglo XX al XXI, pero el camino es
largo y queda mucho por recorrer. Y en cualquier momento nos pueden sorprender
con una actitud o expresión machista hasta en los templos
de la palabra (parlamento) y de la sabiduría (universidad).
Pero no pensemos en 2022 que se ha desterrado el machismo en las letras de las canciones, como no lo ha
hecho en otros muchos campos. Nos encontramos con canciones muy actuales en que siguen
perviviendo los roles de género e incluso que incitan a la violencia. Y nadie duda de que la música contribuye a la
educación de adolescentes y jóvenes, pues
la escuchan en la soledad de sus cascos o la bailan en grupo. Aunque
dejo el tema de la música actual para personas que tengan un mayor
conocimiento, a modo de ejemplo, hay letras de canciones recientes, como la de Pam, que no nos pueden dejar indiferentes,
máxime cuando se está dando un repunte
de la violencia machista entre los jóvenes: Cuando
la azoto suena pam, pam, pam, pam, pam / Y las pistolas suenan pam, pam, pam,
pam, pam… Azotes y pistolas… No parecen buenas compañeras para luchar
contra la violencia de género desde la música.
Este artículo es una parte de la conferencia "La mujer y el lenguaje del menosprecio", pronunciada por Margarita Álvarez Rodríguez, filóloga. Algunos de los apartados de la conferencia han sido tomados del libro "Palabras hilvanadas. El lenguaje del menosprecio", de la misma autora.
Excelente ensayo y como siempre apuntando bien. Que sigas deleitando con tu sabiduría e iluminando. Gracias por compartirlo
ResponderEliminarGracias, Carlos, por leer lo que escribo y valorarlo.
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