jueves, 30 de enero de 2020

Historias de antes. Reseña


HISTORIAS DE ANTES

Autora: Fuencisla  Avial

Febrero, 2019

266 págs.



        Fuencisla Avial es una escritora segoviana. Docente jubilada, ha publicado cinco novelas, entre ellas Me llamo Lolita (2015). Historias de  antes, publicada en 2019, es su última novela. 

Historias de antes es una novela que nos cuenta la historia de tres generaciones de una sencilla familia de un pequeño pueblo segoviano que vieron pasar por su devenir vital la historia de España del siglo XX. Lo más interesante de la historia está enmarcado entre principios de siglo y el final del franquismo. 

Es una novela que trata de darnos a conocer de una forma conmovedora la vida sencilla de las gentes que hacen la historia de cada día y cuya vida no reflejan los libros de historia. La intrahistoria, que de la que hablaba Unamuno: Los periódicos nada dicen de la vida silenciosa de millones de hombres sin historia  que a todas las horas del día y en todos los países del globo se levantan a una orden del sol y van a sus campos a proseguir la oscura y silenciosa labor cotidiana y eterna…

Además de la narradora, que es también personaje, los protagonistas directos son los  abuelos de la narradora y los familiares   y vecinos de estos.  A través de ellos describe la vida y la forma de ser de un pueblo. La autora evoca, con gran acierto, la vida de esas gentes sencillas “toscas, oscuras, duras, firmes y rectas”. Personas que viven en la pobreza, pero no en la miseria, y que siempre  mantienen su honradez y su dignidad. Viven en el campo y del campo, pero tanto hombres como mujeres son personas habilidosas que pueden realizar distintas tareas para adaptarse a sus necesidades. Tienen una existencia monótona donde los días, las preocupaciones y hasta las conversaciones son iguales a sí mismas. La autora describe muy atinadamente el carácter de estas gentes y también la cultura rural  y el ambiente en que transcurre su vida: el trabajo, la vestimenta, las fiestas, las tradiciones religiosas, los apodos… Y la importancia de las relaciones de vecindad y la solidaridad.  También la vida esforzada de los niños que ven truncada su escolarización a edades tempranas para participar en las tareas agrícolas  y ayudar a la economía familiar.

            Fuencisla Avial, a través de la narradora, se muestra crítica ante la desigualdad social que existía en la primera mitad del siglo, entre los grandes terratenientes y los arrendatarios o jornaleros…. También critica  el radicalismo de las ideas que lleva a enfrentamientos  entre gentes que comparten comunidad y forma de vida. Y lo hace tanto al recordar la historia de un pasado  lejano  como al presentar la génesis, el desarrollo de la guerra civil y la  larga posguerra. Vemos  en la novela el enfrentamiento eterno entre las dos Españas que desgraciadamente se mantienen hasta hoy. Españolito que vienes  / al mundo, te guarde Dios. / Una de las dos Españas / ha de helarte el corazón, decían los conocidos versos de Antonio Machado, al que se cita profusamente en la novela.

Intercalada con la intrahistoria del mundo rural,  la autora entrevera la Historia (con mayúscula) que corre paralela a la vida de esas gentes y de la que apenas tienen conciencia, la historia del siglo XX, de España y de Europa. Pero también aprovecha un paseo por la ciudad de Segovia para, al ir caminando por sus calles y contemplando sus edificios, evocar la historia que transcurrió en esa ciudad desde la época de los romanos. Aprovecha su pasado judío  para presentarnos la vida de ese pueblo con mayor detalle y el sufrimiento sufrido por él a causa de la intransigencia religiosa. Es una manera de ensamblar el presente con el pasado. Unas veces las referencias históricas son puntuales y otras, más extensas, hasta el punto de dedicar capítulos enteros a esas referencias, a modo de pequeños ensayos, como si intentara hacer didactismo con el lector. Quizá en algunas ocasiones sean demasiado prolijas y dejen en segundo plano la intrahistoria que es lo más interesante y literario de la novela.

La novela está narrada en primera persona por Alejandra Castilla (¿la más fuerte, Castilla?) que es también un personaje  importante en la misma. La narradora se introduce en la novela para contarnos cómo se va gestando esta  a partir de los recuerdos de hechos y anécdotas del pasado  que oye contar  a sus familiares. Asimismo, nos traslada sus reflexiones sobre cómo organizar la estructura de la misma, los pasos para conseguir que sea editada y los momentos previos a la presentación del libro. Estamos, pues, ante un ejercicio de metaliteratura, pues se introduce la literatura dentro de la literatura. Esto da pie para contarnos hechos del pasado de esos familiares que protagonizan la novela mezclados con hechos del presente de la escritora, y también para describir dos lugares distintos: el  pueblo, en la época de sus abuelos, que es cuando transcurre la acción principal, y el de la ciudad de Segovia, en su pasado y en su presente.

En ocasiones la narradora parece desaparecer  y se esconde tras una aséptica tercera persona para limitarse a narrar hechos históricos o sucesos que tienen que ver con la intrahistoria.  Puntualmente la narración cambia a segunda persona para conseguir mayor cercanía con el lector (pág. 91) o mayor introspección psicológica de la propia narradora (pág. 95). Los diálogos contribuyen a acentuar el realismo de la narración, reproduciendo la viveza  del lenguaje familiar o coloquial.

La descripción consigue hacernos más creíbles a los personajes.  Utiliza con mucha soltura una abundante y precisa adjetivación, que unida a la enumeración,   la comparación  y la metáfora consiguen  dar calidad literaria  a la novela  y acercarnos de forma plástica el mundo donde  viven los personajes y su forma de ser. Valga como ejemplo de todo ello: “El destino… decidió hacerse notar con un golpe estremecedor, algo que sus mentes acartonadas jamás hubieran podido imaginar, algo tan insospechado, brutal y descarnado, que dinamitó sus vidas como una barrena hace saltar por los aires las montañas”. (Pág. 86).

            De una manera comedida, pero precisa, es capaz de crear  ricas descripciones físicas (prosopografía) o morales (etopeya) de los personajes o de su forma de reaccionar. “(Mi abuelo)… se había ganado el respeto de todos sus vecinos gracias a su carácter sereno,  a su buen juicio en las decisiones que tomaba y a los aciertos en los consejos que regalaba”. (Pág. 35) También realiza minuciosas descripciones topográficas de  la  de la ciudad de Segovia: sus calles, sus plazas, sus edificios, sus tiendas… Y lo hace en dos  épocas distintas. Por una parte, evoca cómo eran en la infancia de la narradora, que es la tercera generación de la familia, y,  por otra, cómo son en época actual, estableciendo un contraste entre las vivencias del pasado que daban a cada ciudad un carácter singular  y las consecuencias de la globalización que igualan unas ciudades con otras y les hacen perder su personalidad.

El léxico narrativo es cuidado y preciso. En algunas ocasiones se deslizan palabras o  construcciones sintácticas propias de la lengua coloquial de los pueblos castellanos que refleja la novela: obradas, “sobrao”,  garrota, arrobo, faltriquera, escardar, gorrinoLa Inés Todo ello contribuye a dar sensación de realismo, incluso de historicidad. Aunque  las frases son más bien largas, la sintaxis es clara y la narración ágil.

La historia de la familia sigue una estructura narrativa lineal, que ocupa cronológicamente las tres primeras partes del siglo XX. La del personaje  de la narradora nos lleva a un tiempo más actual. Desde él, usando el flash back,   vuelve al tiempo de sus antepasados para rememorar  la historia de estos,  tiempo que en parte coincide con el de su infancia, o al presente de la narradora  en los  distintos momentos de redacción de la novela. Todo lo que concierne a su familia es como una evocación que va pasando por su mente desde el momento en que surge la idea de escribir la novela hasta que esta es una realidad.

Se equilibra el papel de la autora-narradora que cuenta hechos y autora-personaje que reflexiona sobre ellos. En estas reflexiones, además de criticar la intolerancia y la violencia, también refleja una cierta crítica con algunos aspectos del temperamento de los castellanos. Son trabajadores, honrados y gentes de fiar, pero demasiado apegados a las tradiciones,  apáticos y  conformistas. Fiel reflejo de las cualidades positivas que reflejaba la Generación del 98, pero también de las negativas. Tiene que ocurrir algo terrible como una guerra que les concierna para que reaccionen. Y cuando acuden a preguntar qué pasa  ya  la guerra ha abierto  las puertas de su casa (A. M.), volviendo otra vez a esa Castilla  que ¿espera, duerme o sueña? Esa España que, cuando estalla la guerra, se da de bruces contra la realidad. Una guerra que asigna a las gentes sencillas a un determinado bando, sin preguntar, y les lleva a una situación de miedo, recelo y crueldad a la que no estaban acostumbrados. Una guerra donde todos quieren salvar a la patria, mientras todos la destruyen y dejan tras sí odio, miedo, cárcel, exilio, muerte… Y mucho dolor. 

La autora deja claro que las personas y sus actos siempre deben estar por encima de las banderas, aunque refleja cierta desconfianza en el ser humano, que es capaz de lo mejor y de lo peor, como refleja la historia de la humanidad. Incluso sugiere que  quizá  el título de la novela podría ser una interrogación: ¿Historias de antes?, porque la historia está condenada a repetirse.

Es una novela que refleja  bien la vida sencilla y serena,  con frecuencia desgraciada, cualquier pequeño pueblo  del mundo rural español, vida  que la autora eleva  literariamente, a través de un estilo claro y cuidado, a  una   grandeza  moral extraordinaria, para dar como resultado una novela que nos conmueve, nos rebela  y nos estremece. Una novela en la que Fuencisla Avial también nos hace sonreír con las muchas anécdotas divertidas que cuenta y en la que ameniza  la narración contando muchas leyendas relacionadas con la provincia y la ciudad de Segovia. Y además, con sus explicaciones históricas y artísticas sobre los monumentos, nos invita a  hacer turismo cultual por  esa ciudad, que nunca está de más.

En resumen, una lectura recomendable, que, además de entretenernos, nos hace conocer nuestra historia  y reflexionar sobre ella.


Margarita Álvarez Rodríguez








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