sábado, 11 de abril de 2020

Poesía relacionada con la Semana Santa (III)

Poemas para un Sábado Santo.




Semana Santa leonesa. Foto: Loli Rodil



En esta tercera entrega, seguimos  hablando de la poesía religiosa 


relacionada con la Semana Santa y presentando  

poemas de autores del siglo XX.



Amado Nervo fue un autor mexicano, perteneciente al movimiento modernista. (Nayarit,1867-Montevideo, 1919).




Cristo de Dalí


¡Oh Cristo!

Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor;
ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia
sin que yo me angustie y llore;
ya mi corazón es la lámpara fiel de todas las vigilias,
¡oh Cristo!

En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser
para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya
sino de piedad y de amor. Todos son yo, yo soy todos,
¡oh Cristo!

¡Qué importan males o vienes! Pera mí todos son bienes.
El rosal no tiene espinas: para mí solo da rosas.
¿Rosas de pasión? ¡Qué importa! Rosas de celeste esencia,
purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros,
¡oh Cristo!






Manuel  Machado (Sevilla, 1874-Madrid,1947). Autor del movimiento modernista.

Kyrie Eleyson.

La Caridad, la Caridad, la Caridad…
Tus llagas, otra vez, Señor, al mundo muestra,
Y  tu corona de espinas, y tu diestra
dinos de nuevo aquella palabra que nos hace
llorar… y nos derrite la maldad en el pecho,
y nos da paz, amor y olvido. Y satisface
como el correr  seguro del río por su lecho.

Y que un paisaje matinal y que una buena
esperanza nos den la alegría piadosa,
y que sea el amor de Dios esta verdad.
Que seamos buenos para librarnos de la pena
 y que nunca olvidemos esta única cosa:
¡la Caridad, la Caridad, la Caridad…!



Vidriera. Pixabay.com


Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, nacidos en Utrera (1871 y 1873) y fallecidos en Madrid (1938 y 1944).


Salve a la Virgen
Dios te salve, Macarena,
Madre de  los sevillanos
¡paz y vida!
¡La que alivia toda pena;
La que cura con sus manos
Toda herida!

¡Dios te salve, luz del cielo,
Siempre estrella y siempre aurora
De bonanza!
¡La que ampara todo anhelo;
La divina sembradora de esperanza!

¡Dios te salve, María,
Madre de Gracia llena,
Madre de Andalucía,
Sol de la Macarena.

(Para el consuelo).
¿Por qué lloras, Madre mía,
tan hermosa y doloría,
si no hay en la Macarena
quien no te ofrezca su vía
para quitarte la pena?


Virgen de la Macarena. Sevilla



Bartolomé Llorens (Catarroja-Valencia-,1922-1946), poeta de la primera generación de posguerra. Discípulo de Dámaso Alonso y amigo entrañable de Carlos Bousoño.



La corona de espinas, Cristo mío,
que fiera te mordió la pura frente;
los clavos que tu carne transparente
hendieron, apagando en Ti su frío;

el acerbo sudor, letal rocío,
que te empapó la carne amargamente;
la lanza con que abrió la oculta fuente
de tu costado el centurión impío.

Tus llagas, tus dolores, tu agonía
en mí los siento arder, en mí los siento
abrasando en dolor el alma mía…

Mas, ¡qué dulce, cuán dulce este tormento!
Por ti, Jesús, me crucificaría
si así evitase yo tu sufrimiento.




León  Felipe (Tábara, 1884-Ciudad de México 1968). Por su edad estaría próximo a los autores del 98, aunque es un autor difícil de encasillar. Murió en el exilio.



Una cruz sencilla.

Hazme una cruz sencilla,
Carpintero…
Sin añadidos
ni ornamentos,
que se vean desnudos
los maderos,
desnudos
y decididamente rectos:
los brazos en abrazo hacia la tierra,
el astil disparándose a los cielos.

Que no haya un solo adorno
que distraiga este gesto:
este equilibrio humano
de los dos mandamientos…
Sencilla, sencilla…
Hazme una cruz sencilla, carpintero.






 Federico García Lorca (Fuentevaqueros, 1898-Víznar, 1936)


Lorca, un autor muy apegado a todo el folklore tradicional, 

también llevó las manifestaciones religiosas populares a su 

poesía. Recogemos  estos dos poemas dedicados a un paso y 

una saeta. En el primero refleja muy bien el balanceo que 

se va produciendo en el paso mientras avanza…


Paso.

Virgen con miriñaque, 

Virgen de la Soledad,

abierta como un inmenso

tulipán.

En tu barco de luces

vas

por la alta marea

de la ciudad

entre saetas turbias

y estrellas de cristal.

Virgen con miriñaque

tú vas

por el río de la calle

¡hasta el mar!








Saeta


Cristo moreno

pasa

de lirio de Judea

a clavel de España.

¡Miradlo por dónde viene!

 De España,

cielo limpio y oscuro,

tierra tostada

y cauces donde corre

muy lenta el agua.

Cristo moreno,

con las guedejas quemadas,

los pómulos salientes

Y las pupilas blancas.

¡Miradlo por dónde va!



Cristo de la Misericordia. Granada. Foto: Europa Press




Rafael Alberti, poeta de la Generación del 27, (Puerto de Santa María, 1902-1999). Vivió el largo exilio republicano. Fue galardonado con  Premio Cervantes en 1983. Presentamos un curioso poema en que el poeta llama “camarada” a la Virgen de la Macarena. Este Poema a la Virgen de la Esperanza de la Macarena fue leído durante el  I Congreso Regional de Andalucía en la Semana Santa de marzo de 1978.



Déjame esta madrugada

lavar tu llanto en mi pena,

Virgen de la Macarena,

llamándote camarada.

Flor del vergel sevillano,

sangre de tu santa tierra,

de la paz, no de la guerra,

jamás de Queipo de Llano.

Que tú no eres generala,

abogada del terror,

sino madre del amor,

lumbre que todo lo iguala.

Camarada, compañera,

de obreros y campesinos,

nunca de los asesinos,

del pueblo que te venera.

Tú la representación,

pura de la luz serena,

Virgen de la Macarena,

no de la provocación.

Muchacha de Andalucía,

la más clamorosa alhaja

de la sola cofradía

de la gente que trabaja.








En el poema Joselito en su gloria también habla 

Alberti de la Virgen de la Macarena.


Virgen de la Macarena,

mírame tú, cómo vengo,

tan sin sangre que ya tengo

blanca mi color morena. (…)

Ciérrame con tus collares

lo cóncavo de esta herida

¡que se me escapa la vida

por entre los alamares! (…)

Que pueda Virgen, que pueda,

volver con sangre a Sevilla

y al frente de mi cuadrilla

lucirme por la Alameda.




La Esperanza Macarena. Sevilla.



Gerardo Diego (Santander, 1896- Madrid, 1987)  escribió un hermoso y patético viacrucis. Incluimos aquí solamente la primera estación: Jesús es condenado a muerte. El autor, miembro de la Generación del 27, recibió el Premio Cervantes 1979.

Primera estación

Jesús sentenciado a muerte.

No bastan sudor, desvelo,
cáliz, colora, flagelo,
todo un pueblo a escarnecerte.
Condenan tu cuerpo inerte,
manso Jesús de mi olvido,
a que, abierto y exprimido,
derrame toda su esencia.
y a tan cobarde sentencia
prestas en silencio oído.
Y soy yo mismo quien dicto
esa sentencia villana.
De mis propios labios mana
ese negro veredicto.
Yo me declaro convicto.
Yo te negué con Simón.
Te vendí y te hice traición
con Pilatos y con Judas
y aún mis culpas desanudas
y  me brindas el perdón.





Foto: Pixabay.com



El sentido de  arrepentimiento al contemplar la 

crucifixión traspasa este  soneto de Rafael Sánchez 
Mazas (Madrid, 1894-1966),



Delante de la Cruz, los ojos míos,

quédense, Señor, así mirando

y, sin ello quererlo, estén llorando

porque pecaron muchos y están fríos.


Y estos labios que dicen mis desvíos,

quédense, Señor, así cantando

y, sin ellos quererlo, estén rezando

porque pecaron mucho y son impíos.


Y así, con la mirada en Vos prendida,

y así, con la palabra prisionera,

como la carne a vuestra Cruz asida,


quédeseme, Señor, el alma entera,

y así, clavada en vuestra Cruz mi vida,

Señor, así cuando queráis me muera.




Foto: Pixabay.com




José García Nieto (Oviedo, 1914-Madrid, 2001). Premio Cervantes 1966.

Qué quieto está ahora el mundo. Y tú. Dios mío
qué cerca estás. Podría hasta tocarte.
Y hasta reconocerte en cualquier parte
de la tierra. Podría decir río

y nombrar tu sangre. En el vacío
de esta tarde, decir: Dios, y no encontrarte
en esas nubes. ¡Oh, señor. Hablarte
y responderme Tú en el verso mío!

Porque está tan en todo, y yo lo siento
que, más que nunca, en la quietud del día
se evidencian tus manos y tu acento.

Diría muerte, ahora,  y no se oiría
mi voz. Eternidad, repetiría
la antigua y musical lengua del viento.





José Bergamín (Madrid, 1895-Fuenterrabía, 1983). Poeta que vivió el exilio después de la guerra civil en varios países de América  y en París.

Tú me ofreces la vida con tu muerte
y esa vida sin Ti yo no la quiero;
porque lo que yo espero, y desespero
es otra vida en la que pueda verte.

Tú crees en mí. Yo a Ti, para creerte,
tendría que morirme lo primero;
morir en Ti, porque si en Ti no muero
no  podría encontrarme sin perderte.

Que de tanto temer que te he perdido
al cabo, ya sé qué estoy temiendo:
porque de Ti y de mí me siento huido.

Mas con tanto dolor, que estoy sintiendo,
por ese amor con el que me habéis herido,
que vivo en Ti cuando me estoy muriendo.




Leopoldo Panero (Astorga, 1909-Castrillo de las Piedras, 1962), poeta miembro de la Generación del 36 que se inscribe en la llamada “poesía arraigada”. Incluimos un soneto del autor.

Señor, el viejo tronco se desgaja,
el recio amor nacido poco a poco
se rompe. El corazón, el pobre loco,
está llorando a solas en voz baja

del viejo tronco haciendo pobre caja
mortal. Señor la encina en huesos toco,
deshecha entre mis manos, y te invoco
en la santa vejez que resquebraja

su noble fuerza. Cada rama en nudo,
era hermandad de savia y todas juntas
daban sombra feliz, orillas llenas.

Señor, el hacha llana al tronco mudo,
golpe a golpe, y se llena de preguntas
el corazón del hombre donde suenas.



Semana Santa de León. Foto: Loli Rodil


Gabriela Mistral, escritora y pedagoga chilena.  Premio Nobel en 1945 (Vicuña, 1889 -1957, Nueva York)
          Himno litúrgico de Vísperas

 En esta tarde, Cristo del Calvario,

vine a rogarte por mi carne enferma;

pero, al verte, mis ojos van y vienen

de mi cuerpo a tu cuerpo con vergüenza.

¿Cómo quejarme de mis pies cansados,

cuando veo los  tuyos destrozados?

¿cómo mostrarte mis manos vacías

cuando las tuyas están llenas de heridas?

¿Cómo explicarte a ti mi soledad,

cuando en la cruz alzado y solo estás?

¿Cómo explicarte que no tengo amor,

cuando tienes rasgado el corazón?

Ahora ya no me acuerdo de nada,

huyeron de mí todas mis dolencias.

El ímpetu del ruego que traía

se me ahoga en la boca pedigüeña.

Y solo pido no pedirte nada.

Estar aquí junto a tu imagen muerta

 e ir  aprendiendo que el dolor  es solo

la llave santa de tu santa puerta.



Cristo del Pardo, Gregorio Fernández. Wikipedia





Cerramos aquí esta tercera entrega de poesía 

religiosa relacionada con la Semana Santa, con un 


poema en décimas, escrito  por Gregorio Rodríguez 

Fernández y, dedicado  a la Virgen de la Soledad de 

la Semana Santa de La Bañeza (León).



A la Virgen de la Soledad. 

Ciñe tu espalda y tu sien
un manto negro de luto,
porque se ha secado el fruto
que de ti nació en Belén.
Ojos tristes se te ven
de tierna Madre que ahora
a su hijo muerto añora
y  con su ausencia padece.
Martirio así no merece
esta inocente Señora.

En la dolorosa espera,
que envuelve la noche oscura,
el alma se transfigura,
soñando en la primavera.
Tú, de flores mensajera,
amapola de bondad,
como un oasis de paz,
acompaña al peregrino.
Mírame, solo, en camino,

Virgen de la Soledad.


Virgen de la Soledad. Semana Santa de la Bañeza. Foto: Telemarañas



Si quieres leer las dos anteriores, pincha en estos enlaces:

Poesía relacionada con la Semana Santa I

Poesía relacionada con la Semana Santa II




5 comentarios:

  1. Quizás, Herminio Omaña sea la propia autora. Gracias, por todas las poesías.

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    1. Pues no, en este caso no. Y además fue un un error de adjudicación del texto, que ya está subsanado. Yo no sería capaz de escribir esas décimas. Gracias por leer el post y por valorar la poesía de nuestros grandes escritores.

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  2. Margarita. Veo que sigues activa. Enhorabuena
    Carlos junquera

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    Respuestas
    1. Gracias, Carlos. Hay que tener la mente activa para que no la ocupen los fantasmas.

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  3. Bellos poemas,todos muy buenos,me han gustado mucho los de León Felipe y Alberti.

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